¿El abuso de la belleza?



Leyendo el libro "El abuso de la belleza: La estética y el concepto de arte" De Arthur C. Danto encontramos unas cuantas páginas que nos tienen conversando y discutiendo. ¡Cuántas preguntas sobre la belleza, el dolor, la verdad, la estética, la elegía y el psicoanálisis nos acercó su lectura!
Les dejamos una cita, recorte de varias páginas del libro...

"La desaparición del concepto de belleza del panorama de la conciencia artística constituía, por así decirlo, una crisis. Aunque la belleza hubiera demostrado ser mucho menos esencial para las artes visuales de lo que la tradición filosófica había imaginado, eso no quería decir que no fuera esencial para la vida humana. La aparición espontánea de los conmovedores altares improvisados por todo Nueva York tras el ataque terrorista del 11 de setiembre de 2001 fue para mí la prueba de que la necesidad de belleza en los momentos extremos de la vida está profundamente arraigada en lo humano. En cualquier caso, comprendí que al escribir sobre la belleza como filósofo estaba apuntando al tema más profundo de todos. La belleza es solamente una cualidad estética más entre un inmenso abanico de cualidades estéticas, y la estética filosófica estaba en un callejón sin salida por haberse concentrado demasiado en la belleza. Sin embargo, la belleza es la única cualidad estética que también es un valor, como la verdad y la bondad. Y no simplemente uno de los valores que nos permiten vivir: es uno de los valores que definen lo que significa una vida plenamente humana." - página 51

"Las elegías son la respuesta artística a unos acontecimientos ante los que la respuesta emocional natural es la aflicción, que el diccionario define como "profundo desconsuelo y pesar (como en la pérdida de un ser amado)". Sospecho que sabemos muy poco sobre la psicología de la pérdida para entender por qué la creación de belleza es una forma tan apropiada de señalarla; por qué llevamos flores a las tumbas, o a los funerales, o por qué cierta clase de música define el estado de ánimo de los dolientes. Es como si la belleza hiciese de catalizador, transformando el dolor crudo de una serena tristeza, ayudando a que las lágrimas salgan y poniendo al mismo tiempo la pérdida, por así decir, en cierta perspectiva filosófica. El recurso de la belleza parece surgir espontáneamente en las ocasiones en las que se siente una gran aflicción. En los ochenta cuando tantos hombres jóvenes empezaban a morir de sida, el funeral gay se convirtió en una especie de arte. Las víctimas planificaban sus funerales cuidadosamente y con originalidad, llenándolo es de las cosas que habían dado belleza a sus vida. La belleza encarnaba los valores que les habían ayudado a vivir. Y de nuevo, inmediatamente después del ataque terrorista al World Trade Center, aparecieron templos improvisados por toda la ciudad de Nueva York. Todos eran más o menos iguales, todos hondamente conmovedores: velas votivas, flores, banderas, globos, a veces recortes de papel con poemas. Eran la respuesta popular inmediata a la inmensa tristeza que invadió Nueva York. El sentimiento era más elegíaco que airado: los templos eran la expresión exterior de de unos corazones destrozados por los que se entendía que era el final de una forma de vida....  ¿Es la modalidad elegíaca la mejor respuesta para una catástrofe política tan próxima? La distancia interpuesta por la belleza ¿no será acaso demasiado brusca? .... La elegía entra entonces en conflicto con el impulso de reaccionar y continuar la lucha. ... La belleza no es siempre un acierto. Las fotografías de Sebastao Salgado de una humanidad sufriente son bellas, como invariablemente lo es su trabajo. Pero ¿tenemos derecho a mostrar semejante sufrimiento de maneras hermosas? ¿No implica acaso la belleza de la representación que su contenido es de un modo u otro inevitable, como la muerte? ¿No son esas fotografías edificantes en la disonancia que muestran entre su belleza y el dolor de su contenido? Si la belleza está internamente vinculada al contenido de una obra, una posible crítica de la obra es que sea bella cuando no es adecuado que lo sea." pág 164-65-66

Mesa de luz: Lecturas de mayo


por Mayra Nebril

Ayer terminé de leer Almas grises de Philippe Claudel. Hacía tiempo que no sentía la alegría, un poco aniñada, que me viste cuando descubro a un autor que me promete tanto que decido  seguirlo y encontrarlo en sus otros libros. Varias veces, frases del texto me obligaron a buscar un lápiz y subrayarlas; cuando vuelva tendré un camino señalado, no sé si me dirán algo estando fuera de sus páginas, no sé tampoco si lograré volver a ese mismo mundo, les transcribo dos y ustedes dirán si los invitan a algún sitio:


“El juez tenía una forma de llamar “amigo mío” a la gente que en realidad quería decir que el aludido no era amigo suyo en absoluto. Tenía la habilidad de servirse de las palabras para hacerles decir cosas totalmente distintas a las que normalmente significaban.” Pág 87


“Escribir hace que seamos dos.” Pág 183

Además, en los ratos libres del consultorio y casi todos los mediodías, intercalo la lectura de tres  textos en los que busco respuesta para mis preguntas sobre la existencia y consistencia de la Estética psicoanalítica.

Pequeño manual de inestética, es el libro en el que sigo a Alan Badiou en sus reflexiones acerca de los lazos entre filosofía y arte. Me gusta cómo vamos avanzando juntos y la manera en la que pone el foco en asuntos que estaban en la oscuridad, para mí, antes de leerlo. Sus artículos se suceden e interrogan, vuelvo a los seminarios 7 y 23 de Lacan, busco las relaciones estéticas en la ética psicoanalítica y encuentro en el sinthome novedosos puentes con la estética y con la interrogante que nos impulsó en  primer momento, ¿existe la estética psicoanalítica? 


Cuadros: Jean-Baptiste Camille Corot (París 16 de julio de 1796 - 22 febrero 1895)

Un hilito


por Paola Menta.

¡Qué herramienta fabulosa la pregunta! Me sorprendo siempre ante la potencia y las posibilidades de esa frase escoltada por los signos de interrogación. ¡De cuántos recorridos, pensamientos y estados del alma es el resultado y de cuánto aún por venir!

Me gusta imaginarme que la pregunta tiene un lado adhesivo; se nos adhiere y entonces la llevamos o la cargamos a donde quiera que vayamos. Sonreí  -con complicidad- cuando encontré escrito en el diario de Virginia Woolf,  la felicidad es tener un hilito al cual las cosas puedan adherirse. 

Ese hilito con cosas adheridas trae consigo la posibilidad de la composición; algo podría tomar una forma, pero ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo? El momento de la composición es tan jubiloso como impredecible. Imposible saber de antemano si ocurrirá o no; sin embargo ¿qué es lo que nos lleva a hacer la apuesta? ¿Qué es lo que nos impulsa a deambular como alucinados entre libros, frases, pensamientos, palabras…?¿Qué es lo que nos permite perseverar aún en el desconcierto más crudo, aún en la ignorancia? ¿De qué orden es eso que de pronto se compone y nos obliga a tales peripecias?

La insistencia, la terquedad con la que nos mantenemos en esa vía es señal, para mí, de que en ese lugar se juegan cuestiones fundamentales, es decir, del orden del fundamento. Pienso en el amor, pienso en el destino, el propio pensamiento como experiencia de riesgo, amor y belleza que depende, al menos así lo creo, del asombro y la pregunta adherida al cuerpo.

“El arte es dar asombro - dice Jorge Luis Borges- pero no asombro del talento de poeta, sino que el lector sienta que está en un mundo extraño, que él mismo es muy extraño, que el hecho de vivir es rarísimo”.

Es en ese asombro en el que los analistas nos emparentamos –cada cual a su manera- con el artista. Me gusta pensar que es de ese asombro que pende la posibilidad de un análisis.

¿No es acaso esa la dimensión en la que palpita el análisis?
¿Acaso no sería un hecho estético el peculiar y costoso  armado de las metáforas en las que una vida se sostiene?






Avancemos con los Petitás y la Tía Chichita


Estimados y atentos lectores:

En esta oportunidad me dedicaré a ampliar el glosario psicoanalítico, como bien solicitó mi seguidor entusiasta Piter C, ya que no ha sido solamente él quien me ha dicho que mis escritos están más oscurantistas que los del mismo Lacan, y si bien, es mi coeficiente intelectual el que me juega malas pasadas, haciendo evidente lo que para mis lectores puede no serlo, de tanto en tanto puedo adaptarme. No quiero de ninguna manera caer en la vulgarización de la teoría, lejos de mí tal intención, sería como envolver en papel rosa un bisturí, queridos míos, ¡pppor dios!!!, hartos  estamos de tal tontería… pppero tampoco quiero dejar por el camino a lectores que tienen inteligencia promedio o al menos un entusiasmo suficiente, como para acompañarme en el solitario viaje de la Estética psicoanalítica.

Sé de buena fuente que ha habido problemas con los dos términos introducidos por mí, que tanto el Petitá como el Psicopetitá los han superado. Se nota que no calibré la erudición del concepto, pero no teman, esta columna es para ponernos a todos a tono.


Empecemos por el Petitá.
El petitá, mi invento, es una derivación creativa del clásico objeto lacaniano- petit a. 
Es un objeto también, pero no está dado por natura, sino que implica la evolución del sujeto en cuestión para devenir, advenir, advertido de la premonición creativa posible, o sea hay que esperar para ver qué petitá vendrá. Acataaaá el petitá, se suele decir.
El día que logren ser expertos en el oficio del petiteo, serán capaces también de intuir o presentir con elevados grados de certeza qué petitá advendrá en cada sujeto en análisis-o no. Ya que hay quien, debemos reconocerlo, logra parir petitás sin analizarse, por eso Freud decía pregúntenle a los poetas, podemos, creo yyyo, preguntarle también a profesionales de casi todos los rubros-no sólo poetas- , por que petitás cuando los hay los hay.

Alentándolos a sabuaaarfer con la adivinación del Petitá por venir, voy a citarles un ejemplo. Cuando un sanitario logra el sabbuuarfer con su oficio, con la materia en cuestión, logra moldear sus Petitás, digo –sus caños son de determinado grosor, su teflón está envuelto de determinada forma, sus canillas tienen un brillo especial. Sus petitás, sus sabuaaarferes, son eso único que sólo él hace así, de ese modo peculiar, y entendamos que NO todos los sanitarios lo logran. ¿Comprendieron, estimulantes fans? Les hice una excelentísima explicación, del petitá estético de essse sanitario que tiene sabuuarfer.  Es cosa de algunos que escuchan el murmullo del objjjeto y lo traducen en el sabuuuarfer con el petitá estético. ¿Se entiende, verdad?

Pero vamos a aclarar que hay que trabajar muuuucho para arribar al nacimiento del Petitá, no se hace sólo, ni se aprende en una academia, curso, seminario o evento. Hay que transsspirar la camiseta, el mameluco, o la blusa de seda, para que nazcan uno o dos petitás. Queridísimos, en análisis, de aparecer petitás para el paciente, ellos estarán al final de un tratamiento y por supuesto que tiene que ver con que le toque un colega que domine y sea generoso con el arte del petiteo. Pocos, estimados seguidores, yyyo por supuesto y algunas amigas colegas sabuuuamosfer, pero es demasiado escaso es el número de psicoanalistas domadores de petitás. Para eso también escribo y trabajo…

No quiero parecer una maestra, pero para avanzar al concepto del Psicopetitá, necesito tomarles la lección del petitá, y definir un poco mejor con qué público cuento, ¿cuento?, ¿hay alguien ahí?

Aquí vamos, una fácil, ¿cuáles podrían considerarse los petitás de Frida Kahlo? ¡La mujer de los petitás! Si no los encuentran vuelvan a leer la columna, por favor, queridos, un esfuercito, ustedes pueden, ¡cuento con eso para poder avanzar!!

Para los que son menos intelectuales, los integro, ¡cómo no!, son mayoría y yyyo soy una analista democrática, tengo otro ejercicio para ustedes. ¿Cuáles serán los petitás de Luis Suarez, Forlan o algún otro que elijan entre el grupo mundialista?

Espero vuestros comentarios, y cruzo los dedos para que vengan embebidos en mi sabuaaarfer.

Suya, La Tía Chichita 

Despedida

por Paola Menta.

Las palabras tienen su propio tiempo para ordenarse en la frase y adquirir su poder de decir. En vano resulta apurarlas, obligarlas,  acicatearlas. Ya llegarán y con ellas algo nos será revelado.

Por suerte y mientras tanto, siempre hay alguien dispuesto a prestar palabras para arroparnos un poco cuando el frío de la muerte nos roza y nos deja, mal pertrechados, de cara al duro invierno. 
La muerte de Lía Quijano, el 21 de mayo próximo pasado, instaló con un golpe seco y sordo el silencio.

Así, mientras le permito al tiempo hacer el paciente trabajo de perforar ese silencio, me apropio de las palabras de Virginia Woolf para soportar el hasta siempre que también es nunca más.


Now is life very solid or very shifting? I am haunted by the two contradictions. This has gone on forever; goes down to the bottom of the world — this moment I stand on. Also it is transitory, flying, diaphanous. I shall pass like a cloud on the waves. Perhaps it may be that though we change, one flying after another, so quick, so quick, yet we are somehow successive and continuous we human beings, and show the light through. But what is the light?

Virginia Woolf

Psicoanálisis estético


Mayra Nebril
¿Qué es la estética? ¿Cómo se diferencia de estilo? 
La necesidad de definir en sí misma es una aventura, y se imaginarán que con un tema de semejante tamaño, más aún. Dice el diccionario Etimológico de la Lengua Castellana-para empezar por lo más básico y general- que estética es lo relativo a lo bello o artístico, susceptible de percibirse por los sentidos, facultad de percepción por los sentidos, yo percibo, yo comprendo. El mismo diccionario acerca de estilo dice tom. del lat. stilus, manera o arte de escribir, propte. Punzón para escribir, y antes estaca, tallo, yo escribo en el sentido que escribe a la manera de un estilo.

La lectura de Sigmund Freud y la lectura de Jacques Lacan son experiencias muy distintas, dan  cuenta, entre otros cosas, de dos estilos de escritura muy diversos, -ya que entiendo el estilo como algo del orden de lo individual, y a la estética como un asunto más del registro colectivo- pero también, comienzo a pensar, que ambas obras responden a dos estéticas diferentes, dos variaciones de la estética psicoanalítica.

Freud y Lacan fueron dos sujetos, cada uno con su manera de apretar el stilus, punzón, para escribir con su estilo una teoría, para tallar con manos pertenecientes a distinto cuerpo un modo de decir y transmitir; pero a su vez, cada uno estuvo ligado a la estética de su tiempo, e inventó  un modo de hacer en psicoanálisis, que no creo que responda sólo a un estilo personal, sino también a una atmósfera colectiva, una estética, una manera de percibir a través de los sentidos, en definitiva de ¿sentir?

La escritura de ambos es bien distinta, mientras que a Freud le dan el premio Goethe, distinción entre otras cuestiones por su modo de escribir, ya que funda, junto con la teoría un género literario, la literatura psicoanalítica, -un modo peculiar de relatar el caso clínico, una forma de escribir los sueños, su manera de decir sobre determinados artistas y sus producciones-; Lacan, en cambio, es considerado un autor de difícil acceso, quiere escribir con la lógica del inconsciente para que no se vulgaricen los conceptos, -como sucedió con el cuerpo teórico freudiano- quiere escribir como psicoanalista, ¿también como lo hacen los escritores de su época? Uno entra en los escritos lacanianos y parece no haber un camino trazado de antemano, -como sentimos en la escritura freudiana- es más fácil perderse, también me parece que es posible encontrar puertas a conceptos que no dibuja el mismo Lacan, ya que es una teoría viva, en movimiento.

Estilos distintos, creo que no hay duda en ese punto, pero ¿estéticas psicoanalíticas distintas?

Freud estuvo situado históricamente en la Viena de comienzos del S XX. Una Viena que se convirtió en la capital del Imperio austrohúngaro y en un centro cultural, artístico, político, de primer orden mundial. Un período cultural glorioso, es la época de los suntuosos valses vieneses, de grandes carruajes, y de los típicos cafés vieneses. Freud es hijo de la estética de su tiempo, de su ciudad, y a pesar de la conmoción que la creación del psicoanálisis introduce, el psicoanálisis freudiano tiene una estética producto de su tiempo. Freud tiene una mirada crítica, incluso desilusionada de la vida social de su ciudad, lugar en el  que Klimt y Wittgenstein hacían también historia, pero Freud se mantuvo al margen de la efervescencia que en el arte y la bohemia se producía. Tal vez queriendo preservar para el psicoanálisis el estatuto de ciencia; haciéndole espacio a la disciplina en el ámbito médico científico, con los respetos y beneficios que así se ganarían, con la estética que así se heredaría también.

El psicoanálisis en sus inicios fue una gran revolución, Freud tuvo que lidiar con lo subversivo que tal asunto resultaba para la sociedad vienesa, pero tal vez por ese mismo motivo debió mantener en muchas otras cuestiones el statu quo, manteniendo la estética de su tiempo en todo lo demás.

Lacan está situado en otro lugar, con otra idiosincrasia y en otro tiempo. Uno de alboroto intelectual y artístico, las vanguardias le son contemporáneas, él está en París en mayo del 68, la pérdida de sentido- como camino a la verdad- lo atraviesa, Freud ya inventó el psicoanálisis, y la “peste” se expandió como reguero de pólvora, incluso la narrativa se vio influenciada por tales descubrimientos y se volvió más próxima al monólogo interior de sus personajes. Sartre, Lévi-Strauss, Magritte, Duchamp, Heidegger, Barthes,  Blanchot, Foucault están pensando, escribiendo, discutiendo, al mismo tiempo. El alejamiento de la belleza es una norma; el intento de aproximación a lo sublime, otra; el arte está abriendo el mundo, cortándole un tajo. La novela experimental. Las rupturas.

¿La estética del psicoanálisis ha cambiado, entonces? ¿En qué podríamos notar el cambio estético? ¿En el modo de decir y callar- de psicoanalistas y también de analizantes? ¿O en la forma de percibir a través de los sentidos? ¿De sentir? ¿La ira, por citar un sentimiento, se siente distinta en 1900 que en 1970, se la expresa diferente? ¿Se la entiende e interpreta distinto? ¿Ha cambiado la forma de interpretar? ¿Es nuevo el encuadre que sostiene las sesiones? ¿Cómo ha variado la manera de presentar un caso clínico frente a colegas?

El tema tiene cuerda para rato, continuaré…


Los Petitás de los grandes psicoanalistas: Freud

Estimados lectores, fans y seguidores:

En esta tercera entrega quincenal, deseo entrar profunda y cabalmente en el tema por el cual Langue Lengue me ha convocado, mi dominio del Petitá, y en especial de la relación entre el Petitá y la Estética. Voy en esta ocasión, por lo tanto, a encaminarlos en la senda de Los petitás de los grandes psicoanalistas, penetraremos, juntos, la lógica fundante del psicoanálisis, esa que aún tiene sus consecuencias en el psicopetiteo del licenciado recién advenido, ese que incluso antes de enmarcar el título con dorado a la hoja y colgarlo en su consultorio, sabe, porque ha estudiado o simplemente porque lo sospecha, acerca de la existencia del mundo del psicopetitá psicoanalítico. 

Quiero en esta oportunidad, ofrecer mi vasta trayectoria a ese licenciado recién egresado, essse que quiere commmpenetrarse con sus petitás psicológicos, pero tiene dudas en la mueblería al elegir su beryerrr o al decidirse por su diván. 

Entonces, estudiaremos el sabuaarfer de los petitás, o sea, estimados seguidores, hoy nos avocaremos a los objetos del maestro, mas aquellos estrictamente relacionados con la creación de la técnica, en definitiva, los psicopetitás de Freud.

Empecemos por el principio, queridos fans, pero no por el huevo ni por la gallina, sino por El diván, el afamado psicopetitá diván, ese en el que retozaron el hombre de los lobos, el hombre de las ratas, Dora, e incluso el mismo Sigmund, ya que sé de buena fuente que el maestro sesteaba, a pata suelta y soñaba, en sus horas libres, recostado en él.


Dos preguntas surgen a cualquier psicoanalista que observe con cuidado este mueble. El primero es que tiene una alfombra sobre él, o sea, ¿esconde Freud su elección de objeto?, ¿por qué? 
No hay contacto directo con el mueble, es un misterio en sí mismo que se instala antes de que el paciente comience a hablar, ¿adrede?, ¿el padre del psicoanálisis nos invita a un acertijo?, ¿nos pide, así, que entremos en asociación libre? 
Sí, sí, definitivamente es así- queridísimos seguidores- un enigma que genera el TTsunami asociativo del que hablamos en otra ocasión. 

¡Arriesguen, digan, no teman! Háganlo, lectores. Ahora ....¿Necesitan que yo de el primer paso? Oquei, no por eminencia en el sabuaarfer de la estética del psicopetitá, dejo de saberhacer/sabuaarfer les un mimo a mis seguidores… a modo de ejemplo para que liberen las ideas, puedo ofrecerles un cómo proceder frente al enigma. No se queden ahí encandilados, procedan, suelten la lengua… 

El diván del maestro me recuerda al living de Pochola, que forraba los sillones con nylon para conservarlos mejor. O ¿sería Martha-la esposa de Freud- quien cubría el diván para evitar el roce que tanto trabajo daba quitarlo? Es un buen ejercicio, lectores, que permite otra clínica, otra ética y otreeee estéticc.

Pero, ¿qué sabemos a ciencia cierta? Ya que también tenemos que saber ceñirnos a las verdades, tan relacionadas con la estética, por otra parte. Lo que nos hace saber, con el acto de cobertura del diván, es que el contacto está SIEMPRE mediado, -eso nos quiere decir su gesto fundante- que el objeto está elevado a la dignidad de la Cosa, o sea al menos essse diván, el suyo, está elevado y no es cualquier COSA. Noten, por lo tanto, que con el diván nos hace la mostración de lo que Lacan descubriría años después en una visita a la casa -ya convertida en museo- de Freud. Se dice que Jacques miró debajo de la alfombra y quedó muy sorprendido, pero decidió hacer silencio, para sólo después escribir el aforismo.

La segunda pregunta es ¿por qué usó un diván?, ¿qué ligazón hay con su vida en esta elección ético estética que marcó una técnica, la nuestra? Sabemos que sostener la mirada, el clásico objeto petit a, durante tantas horas agotaba a Sigmund y entonces se dio maña y creó el psicopetitá diván para evitar-la, fue el invento con el que responder a la demanda del petit a lacaniano, ¿comprenden?

El petitá, siempre es creativo, ya que implica el despliegue del sujeto, de su subjetividad, y está relacionado con su historia – en el caso de Sigmund podemos, como es necesario hacer en psicoanálisis, suponer que fue la mirada fuerte de su propio padre la que desencadenó su sabuaaarfer con ella, para lograr imponer la distancia- pertinente- para hacer emerger la voz y hacer algo con ella. Crea Freud un petitá a la medida de sus petit a. ¿Me siguieron?

Además, debemos recordar que es la histeria quien le abre la historia del psicoanálisis, y fácil es saber que ellas disfrutan con el uso de divanes, con o sin alfombra.

¿Comprenden entonces cómo proceder para entrar en el análisis del nivel del psicopetitá? Encuentren primero el objeto petit a clásico, son cuatro, ¿recuerdan? Hagan algún versito que los contenga así no los olvidan más, plis. Después de detectar el objeto petit a clásico, observen el modo de lidiar con él que inventó el sujeto, -si es que tienen la suerte de conseguir un sujeto medio avispado- aparecerá entonces el petitá, y si se trata de un psicoanalista, los psicopetitás también estarán por allí. ¡Pero si es demasiado, quédense con el mundo del petitá!

Pueden- apreciables lectores amigos-empezar a pensar en la elección de vuestros divanes y beryyyers, o en los que se encuentran en los consultorios que frecuentan. Es hora de trazar suposiciones estéticas. Estética enganchada a Una, La, ética. Comprobarán cómo se abre el concepto cuando dejan que mi cuerpo, teórico, claro está, entre en ustedes. 
Pueden intentar, tal vez sea un salto osado, pero el camino del psicoanálisis implica riesgos, les decía que pueden empezar a interrelacionar el término objeto petit a común- queridos, sepan que no por ser un concepto que renové en el último tiempo, el clásico objeto petit a cae, así como existen dos lacanes, existe también el posTTTlacan, que deja vivo al objeto de Jacques y por supuesto eleva al petitá y al psicopetitá a la dignidad de alguna cosa- les decía en esta frase en su comienzo, que podían intentar relacionar al petit a simple con el petitá advenido del sabuaarfer de su propio análisis o del arte.
Trabajen, piensen, creen, orrrevuar monamis, 
Siempre suya,
 la Tía Chichita.

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