Acerca de las imágenes

A propósito del lugar que ocupan las imágenes en la escritura -y especialmente en el Libro del desasosiego- encontramos esta mesa redonda, ocurrida hace ya casi cuarenta años, en la que Cortázar, Saer, Bastos y Sarquis conversan sobre la función de las imágenes en la literatura y en el cine. 
Nos gustaron las preguntas que van formulando, ¿de qué modo talló el lenguaje del cine sobre la literatura?, ¿hay recursos literarios que aparecen después de que se inventa el cine?, y por otra parte, ¿soñamos diferente desde que existe el cine?, ¿los planos, las secuencias, los tempos, la manera narrativa del sueño, se modificaron con la aparición del cine?



Aún así



En mi corazón hay una paz de angustia,
y mi sosiego está hecho de resignación.
Fernando Pessoa





4 años, ya
Los sollozos de aquel día
Los ojos desbordados
Abrir la boca duele
Abrir los ojos para siempre eso duele
Tanto verbo haber y cuatro años
Hoy no es pero sí
pero si
Espero.

El tiempo es un adverbio
Absurdo devenir
Que todo lo signa y lo resigna.

ela
18 de mayo de 2016


Comienzo

Por Mayra Nebril
En realidad, a la ida, me perdí en meditaciones abstractas, viendo sin ver los paisajes acuáticos que me alegraba ir a ver, y a la vuelta me perdí en la fijación de estas sensaciones. No sería capaz de describir el más pequeño pormenor del viaje, el más pequeño fragmento de cosa visible. – pág 29- Libro del desasosiego, Fernando Pessoa.
En la librería en la que encontré mi Libro, el vendedor muy seguro me dijo que había uno disponible, le respondí que en varios comercios tenían la sensación de que aún les quedaba algún ejemplar y después no aparecía.
-Lo sé porque acá lo leemos a diario. Abrimos en una página cualquiera y leemos ese fragmento.-Efectivamente lo trajo y lo compré.
¿Leer a Pessoa como se lee el horóscopo? ¡Qué idea arriesgada tratándose del Libro del desasosiego! –pensé. Pero a la vez al sumergirme en la biografía sin acontecimientos, sin nexo, ni deseo de nexo, esa historia sin vida -parafraseando a Soares- supe que era una tentación no seguir la secuencia, no hay una trama, no hay antes, durante y después, entonces podía ser una buena idea pedirle a Pessoa que cual oráculo nos ofreciera un tema del que ocuparnos al menos por un rato….
Lo primero que se subrayó para mí al zambullirme en su ambiente, en su forma, fue que iba leyendo palabras, conceptos, abstracciones, meditaciones certeras, algunas brillantes, ideas soberbias, incluso de esas que parecen inaugurar un nuevo sendero en el pensamiento, pero no veía a través de sus ojos, los párrafos no arrojaban imágenes, ni olores, ni me paseaban por ningún lugar, o muy pocas veces-para no exagerar.
Eso me llevó a reflexionar sobre la relación de la literatura con las imágenes, y a buscar una cita que recordaba haber marcado en el libro Conversaciones con Mario Levrero, texto en el que hablan con Pablo Silva Olazábal y un contundente Levrero responde: “La literatura propiamente dicha es imagen. No quiero decir que haya que evitar cavilaciones y filosofías y etcétera, pero eso no es lo esencial de la literatura. Una novela, o cualquier texto, puede conciliar varios usos de la palabra. Pero si vamos a la esencia, aquello que encanta y engancha al lector y lo mantiene leyendo, es el argumento contado a través de imágenes.” Y en la página siguiente agrega, “Si agarrás a los grandes, por ejemplo a Felisberto, recordarás sin duda cuando le levantaba las polleras a los muebles, o a la vieja que tomaba mate metiendo la bombilla por un agujero de tul. Son imágenes.” He visto a la señorita que escupe conejos en París, y me ha picado la garganta después, he observado partir al Quijote y a Sanchocon una ilusión nostálgica, he padecido el encierro agobiante de Gregorio Samsa, su desconcierto, y también viví la incomodidad, el odio, el rencor del protagonista de Memorias del subsuelo en un crudísimo invierno que nos calaba los huesos, sí, la literatura regala vívidas imágenes, ¿recuerdos?
Pero, ¿son necesarias las imágenes?, prescindir de ellas ¿nos mantiene dentro de la literatura?
Borges- en la Escuela Freudiana de Buenos Aires conversó acerca de Los sueños y la poesía–  señaló algo que me resultó muy interesante y que recordé a propósito de esta cuestión de las imágenes y la literatura, algo que deja puentes tendidos para comprender, quizás, otra forma de modelar la materia para hacer aparecer lo visible y lo enunciable:
 “Ahora, el caso de Platón es muy curioso, porque, por ejemplo uno lee ese último diálogo de Sócrates, que ha sido condenado a muerte, cuando él está hablando de la inmortalidad del alma, y él usa simultáneamente mitos y argumentos, es decir que él no se da cuenta, él podía vivir en ambos ambientes… pero en Platón todavía podían convivir las dos cosas, me parece, y después ya no, ya se ha bifurcado el pensamiento, ya o razonamos o fabulamos, es muy difícil que hagamos las dos cosas a un tiempo, y sin duda los griegos en aquel momento fueron capaces de ambas actividades, y ahora si somos capaces de pensamiento abstracto no somos muy capaces de sueños, o viceversa, y cuando el poeta razona se siente que está haciendo algo indebido, y cuando un pensador usa parábolas o metáforas, también sentimos que está haciendo algo vedado..”
Pensar o sentir, escribir ensayos o escribir literatura, pensar en imágenes o razonar, soñar o disertar, crear metáforas o seguir un método, ¿y Pessoa dónde queda?
Sé que hay libros que son ventanales abiertos a mundos muy visibles, vivibles, otros- quizás- tienen las aberturas tapiadas para que vayamos hacia un interior oscuro, con la luz apagada-el desasosiego queda probablemente en algún sitio en la penumbra- un espacio en el que me siento tentada de encender la luz, pero temo encontrarlo a Soares en paños menores, o peor aun sonriendo y muy contento.
Quisiera en este diario de lectura que comienzo, lograr algo pequeño pero no por eso poco ambicioso, reflejar lo que voy pensando, sintiendo, asociando a partir de lo que me propone el Libro, Soares y Pessoa.
Hasta pronto.


Fernando Pessoa

¿Qué mejor manera de dejar presentado a Fernando Pessoa que a través de tres poesías que nos gustan mucho?

Autopsicografìa


El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.

 
Todas las cartas de amor son ridículas                                        


            
Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.
También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.


Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son ridículas.


Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.

Amor es lo esencial

Amor es lo esencial
Sexo, mero accidente
Puede ser igual
o diferente
El hombre no es un animal
es carne inteligente,
aunque algunas veces enferma.
 

 



Jugando con Pessoa

En esta antigua habitación del blog, nos proponemos plantear juegos-relacionados con las letras que tanto nos divierten,¡a veces!- en los que esperamos participen ustedes también.

Primer juego del año:

En el Libro del desasosiego, Pessoa inventa con frecuencia neologismo. El primero que llamó nuestra atención fue la palabra desdormir. Se intuye un sentido, pero ¿cuál?

Defina la palabra Desdormir

Lectoras del Libro del desasosiego


Uno de los primeros días del año, en nuestro grupo de whatsapp, comenzamos a intercambiar opiniones sobre el formato “diario íntimo” como género literario. Usamos a Vila-Mattas, Levrero, Virginia Woolf, M. Duras para envalentonar nuestros mensajes, hasta que por fin arribamos al Libro del desasosiego, escrito por Bernardo Soares, heterónimo de Fernando Pessoa.
¿Se trataba de un diario íntimo?, ¿de una autobiografía?, ¿en qué se diferencian una y otra cosa?, ¿quién escribe el Libro del desasosiego y para qué? Esa misma semana trazamos un plan de lectura conjunta, debíamos conseguir los tres ejemplares del Libro -siete días, caminatas por Tristán Narvaja, un par de llamadas, y teníamos los  desasosiegos listos-; restaba esperar a ver qué nos deparaba Fernando Pessoa, traducido al español por alguien llamado ¡Perfecto Cuadrado!, sí, ese el nombre del traductor en la edición de Acantilado, una garantía de calidad.

Pasados los días y las páginas decidimos escribir un Diario de lectura, nos gustó la idea de dejar escritas las impresiones, asociaciones, desacuerdos, alborotos de ideas, y por supuesto, los desasosiegos que el Libro nos trajera.

Ojalá contemos con los comentarios de otros lectores: de Pessoa, de diarios íntimos, de los párrafos semanales que vamos a ir subiendo.

Diario de lectura

                                                                                              Por Elianna Pascual

                                                                                            “Atravieso tiempos, atravieso silencios,
                                                              mundos sin forma pasan a través de mí.”

                                                                                                  Fernando Pessoa

Leer a Pessoa siempre me había parecido una empresa extrañamente misteriosa, tal vez porque, hasta hace poco, sólo me había acercado a él a través de algunos poemas y, a su nombre, a través de otros nombres; el trayecto que debía recorrer mi razonamiento para llegar hasta él me parecía siempre una aventura oscura, a veces una barca antigua navegando en mares habitados por lo extraño, lo desconocido, y lo no siempre bien querido o deseado.
El Libro del desasosiego me sumergió en un mar profundo, hasta ahora menos aventurero de lo que yo esperaba y más lúgubre de lo que yo temía.

Creo que me equivoqué con Pessoa –como tal vez me equivoque al elegir nombrarlo a él y no a Soares–. La sorpresa, muchas veces desconcierto, ha sido, empero, interesante y atrapadora, y en este momento siento que vale la pena el naufragio en el desasosiego si puedo producir una bitácora.

“No sé pensar, del sueño que tengo;
no sé sentir del sueño que no logro tener.”
Creo que en esta frase queda evidenciado el sentido del desasosiego, la simpleza y el juego de palabras le han dado al Libro la universalidad y la contemporaneidad que sólo hallan los clásicos.

Agradezco lo que dice Pessoa como si me pasara a mí de esa misma manera, quien esté a salvo del desasosiego que tire la primera palabra.
Quiero decir que a veces también me canso de esta humanidad tan humana, esta gramática del desconsuelo, la vigencia empecinada, anquilosada en el medio de una normalidad tullida, como un mudo y sostenido grito.

No sé si sea por el halo de grandilocuencia que comporta desde cada uno de sus grafemas la palabra desasosiego, yo creo que eso es imposible de evitar, aunque no es el único sentimiento ineludible. Quiero decir que Fernando Pessoa logra captar toda la empatía en mí, y esa es una constatación que puede ser muy dolorosa a veces, y que, aun en el más profundo malestar logra propiciar un movimiento, un acto creativo, un cambio de significado.

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